este texto fue publicado por el Memorial de América Latina e su colección MEMO en el 2002.
el link de la publicación es
http://www.memorial.sp.gov.br/memorial/ContentBuilder.do?open=submemoPu&ma=pu&pagina=memoPu60. La palavra (Torkins Delgado) Em linguagem poética, o autor aborda a questão do barroco na formação da literatura latino-americana. Coleção Memo. No 60. São Paulo, 2002.
la palavra
“...Todo comenzó por a sospecha (tal vez exagerada) de que los dioses no sabían hablar...”
Jorge Luis Borges
La palabra como protagonista, como origen y contenido del imaginario en la formación de la cultura americana, de su sensible y permeable dermis, violentada y dócil paisaje, en su ambivalencia ontológica, en la compleja conjunción de sus raíces étnicas, cosmogónicas, filológicas, sus combinaciones y variables al infinito, su terca voluntad de maravilla, su vocación para el milagro. Taumaturgia al margen de estilismos y formalismos, de conceptos y teorías que la reduzcan a periferia, Telúrica dimensión que rebasa los limites de lo clasificable y temporal.
Palabra/soporte: El espacio gnóstico lezamiano, geografía imposible de aprehender mas allá del escrito, del logos, del imago, en el cual lo imposible es tradición. Exabrupto elíptico y autofágico de ambientes y acontecimientos en la historia de un continente que comienza en todas las culturas, tiempos y lugares. Múltiplo y plural en la plenitud de su singularidad. En América Latina la palabra se desenvuelve autónoma del hecho, del objeto.
Palabra que al ser dicha se convierte en tránsfuga del proprio significado, para reconocerse fenómeno posible a nuevas acepciones, a experiencias que redefinen sus cualidades determinantes, en una épica a la procura de la "Expresión Americana", de un termino que devele el enigma de inéditas texturas y extraños olores, que sometan naturaleza y clima, que ateste la veracidad de lo improbable, a partir de su forma material: EL LIBRO.
Desde el "Popol Vuh" a los "Heraldos Negros" de Vallejos, del antecedente "Periquito Sarmiento" de Lizardi hasta el caos sinonímico de Arnaldo Antunes. Perdida en los laberintos Borguianos, en los reverberantes delirios de Octavio Paz, en la fantástica arquitectura de Ferreira Gullar, sumergida en los ríos de Roger Herrera, en la romántica respiración de Alfonsina Stormi, en las profundidades hermenéuticas de las Epifanías de Haroldo de Campos, insaciable en Oswald de Andrade, alimentando las locuras de Artaurd y Valle Inclán, de elocuente simplicidad en Aquiles Nazoa, trinchera de Lígia Fagundes Telles, cantada por Neruda, defendida por Benedetti, diseccionada por Huidobro, plenitud circular en Cecília Meireles, mestiza en Gregório de Matos, mística y erótica en Sor Juana Inés de la Cruz, Virgílio en el infierno de Martí y Soussandrade, antigua e insomne en Ramos Sucre. De ella se cuidaba Esteban en el “Siglo de las Luces”, con ella Martín Fierro conjuraba las pampas y Santos Luzardo los Llanos, palabra que Oppiano Licario no llego a pronunciar, que resucito el Makandal, que redijo la identidad de Simón Rodríguez, transformándolo en Samuel Robinson - la metáfora de si mismo -, ama de leche de todos los Buendias, hizo nacer a Bustos Domeg de un ejercicio de paterno génesis. Acumulo de propósitos y pretensiones, caligrafía, letra, carácter, tipografía, en desafío al palimpsesto memorial de la cultura Latinoamericana.
Me refiero al verbo adjetivado, que logra expresarse en todos los niveles de sensibilidad, síntesis de academia y folclore. Yorubá, guaraní, cervantino y camoniano a un tiempo, pero independiente de su ascendencia, sea mediterránea, africana o indoamericana - posiblemente Milton sea más pasivo de comprensión desde las Antillas inglesas del Caribe -. Me refiero a la palabra que nos enseña que aprender es en su principio recordar, la escrita en el libro de ARENA, la que nos dice que Macondo no es un lugar, que Macunaima no es un nombre, que Amalivaca no es una leyenda y hace de todo una condición. El vocablo inventado por el error de Colón, infecto por los virus traídos en las naos desde la otra vera del mar y embarcado a Europa en los ojos maravillados de los cronistas de las Indias, fértil refugio de nuevas patologías y resistentes bacilos, ámbito propicio para la lucha entre el hombre y la bacteria, reformulando el enciclopedismo de Humboldt con hiervas mágicas y cantos sagrados. De la sífilis y la tuberculosis a Carlos Chagas y Jacinto Convit, del HIV, el síndrome de pánico y el cólera a Carlos j. Finlay, Bezerra de Meneses y José Gregorio Hernandez. Indigenizando la sexualidad de Jacques Lizot o africanizando los dioses de Pierre Verger, caldo de cultivo de la magia y la ciencia, de la enfermedad y la superstición, intoxicando de sí todas las lecturas del mundo.
Palabra/percepción codiciada por la luz de Reverón, reverenciada por los espectros de Lam, revelación divina en Bispo do Rosário, sedienta de justicia en Siqueiros, observándonos desde las ventanas de Amélia Pelaez, escondida entre las paralelas de Jesús Soto, en el sensitivo tacto de Lígia Clark, en las cavilaciones modernas de Tarcila do Amaral, destilando su furiosa tristeza en las paletas de Candido Portinari y Guayasamin o atemporalizando el mito en los altares de Torres Garcia, catalizadora de formas, imágenes y movimientos, en su doble presencia epidérmica y evocativa, tras la urgencia que descarte lo efímero del instante y preserve lo perpetuo en las necesidades; habitante de espacios anteriores a las anacrónicas etiquetas de 3´ mundo, las ciudades de Guillermo Abdala, los demiurgos de Roberto Matta, Manoa, el Dorado, Cipango...
Palabra/transito, a través de 89 grados de latitudes, entre fallas y depresiones, bacías y planicies, topografía de acentuados contrastes y insospechadas dimensiones, de los paramos andinos a la frágil fisiografía del Amazonas-Hiléia y los paréntesis de desierto y sabana salpicados de Tijuana a Cabo de Hornos. Territorio acontecido por la diversidad que pulsa en sus metafóricas venas, ríos de semen inoculando vida en la menarca superficie de su suelo. La floresta de impotencia biológica, en lo cuantitativo y prolijo, de lo vegetal, de lo animal, de lo mineral y de lo fantástico, refrendando el fabuloso bestiario de la imaginación europea: los Basiliscos, las montículas, los unípodos, las amazonas..... El altiplano del sur, altar natural del cosmos, en lo hermético de su gliptografía, en su prolongada soledad, en lo manifiesto de su misterio. La accidentada orografía central, su releve vulcânico entre istmos, de Colón a Tehualtepec, su inclinación para la tempestad, su ambivalencia oceánica. Las Antillas caribeñas, desprendido continente navegante, insular morada del sol, reducto de argonautas y desterrados.
Laboratorio de ensayo da biodinámica y mestizaje, de etnias jodidas por la imposición de la fuerza o seducidas por el poder. Conformación del caldero barroco de cultura y raza que pobló lo nuevo con una idiosincrasia sin definición, y tal vez sea esa su principal característica: el proceso diligente de lo inconcluso, la virtud especulativa de lo indeterminado.
La cultura inmemorial amerindia, múltipla y diversa como su geografía, con sus profundas diferencias teúrgicas, con sus irregulares y divergentes procesos; sin embargo consensuales animistas y astrólatras, concediendo alma a todo y devenir a las almas, sinopsis de naturaleza humana en diálogo horizontal con la impermanencia. De la violencia premoral de los caribes a la espectacular metrópoli méxica Tenochtitlán, de las agrícolas Tairona y Inca a los rituales Taraumara y Yanomami, de la indescifrable Nazca al apocalíptico Chílan Balam: Quetzalcóatl, Inty, Itza...
El ambiguo temperamento ibérico, simbiosis de vicios y virtudes, en la oportuna flexión mercantil da su fe, en la terca defensa de sus hipótesis, en lo permeable de sus intereses, en la perversa lógica del dominio, crueldad justificada por Bulas papales y Santas alianzas; de la toma del Ceuta al tratado de Tordesillas al genocidio, la expoliación y la apropiación de África y AMÉRIGA. Seres pasionales, guerreros, conquistadores, hombres de fe: en nombre del Padre, del hijo, del Espirito Santo...
La desterrada vitalidad africana, arcana origen de los seres, las ideas y los dioses, latente sentencia en el preámbulo de los tiempos, introducida en América bajo la piel de hombres y mujeres sometidos a los más brutales y violentos tratamientos, pero de persistentes deidades, protegidas por el arquetipo erótico del ritmo, por la capacidad mimética de la prolongación, la orgullosa fuerza de la devoción, la sexual humanidad de sus Orixás, su dominio de los elementos, la continua transpiración de su liturgia: Shango, Nzambi, Damballah...
Palabra/Delta , corrientes humana confluyendo en un mundo predestinado a la libertad, impelida por el ideario de autonomía y unidad. Con todo, inclinada al absurdo, capaz de sacralizar al tirano y al verdugo, de Juan Vicente Gómez, a Rafael “Chapita” Trujillo, a Machado, a Batista, a Figueiredo, a Pinochet. Pero también de propiciar la gesta y a utopía, de parir hombres como Bolívar, San Martin, Morelos, O'Higgins, Duarte, Martí, Tiradentes. Paradójica y contradictoria, trasladando sus significantes de la “Declaración de Guerra a Muerte” a los sótanos de la Seguridad Nacional, el Dops, la Dina. De los gritos libertarios de Atahualpa, Louverture, Miranda y Hidalgo y la complicidad de Manuela Saenz y Luisa Arismendi, a la censura, la tortura, la clandestinidad, el exilio y la desaparición bajo los ojos sádicos de los centinelas del poder. Desdoblada en idiomas y conceptos, sistemas y revoluciones, con espacio para el caudillo y el sicário, el político y el malandro, el héroe y el mártir.
Pero su capacidad de transmutarse también es palatal, su alquímico mestizaje adquiere su forma culinaria: hereda el arrogante condimento español, la exorcizada tristeza lusitana y la indecente sensualidad vegetal nativa, remecida por los brazos negros de las senzalas. Se descubre multisápida en la Hallaca venezolana, en Cuba divertida e irónica con sus “Moros con Cristianos”, sociológica en la Feijoada brasileña, erótica en los sancochos caribeños, el cebiche andino, el taco mexicano y el picante Creole; ritual de la tierra PACHAMAMA donde los dioses son de maíz, con brazos y piernas de mandioca, ojos de maracujá, lenguas de guayaba, sexo de tamarindo y coronas de abacaxi, y comer es verbo de lujuria y deseo, de comunión y contrición, legado “AB ORIGEN” de la condición de ser. Connotación superlativa de los sentidos, sintetizados en la necesidad primera, en la expresión más orgánica de la vida, conceptualizada por obra del ocio y el exceso, propiciadores de la capacidad analógica, homologando todas las formas de orexia, de placer y penitencia, de consumo y penuria. Transubtanciación de sudor en sangre, de dolor en gloria, de lascivia en gula.
Vocablo hiperbolizado por la morfología continental, en su virtud heterogénea, sacramentada por todos los dioses y demonios, por todos los modos de fe y herejía, deleite biológico de perpetuación, perturbadora consciencia de mortalidad, bañada por la sensualidad rítmica del atabaque, por la táctil respiración del acordeón, proporcionando la relación de los cuerpos, para a danza púbica, la conformación del ritual de fertilidad del nuevo genotipo, fricción criadora del gen que resuma la historia biológica de la humanidad, amalgama de energía y sudor, entre la tristeza y la volúpia, el tesão y a saudade, divisa en Chica Da Silva y la Malinche, tinta de Ruben Dário, Diapasón de la pena de Bola de Nieve, lengua de fuego en Daniel Santos y Nelson Gonçalves, Acorde sostenido en Elis Regina y Toña "La Negra", inútil esperanza en el pecho de los condenados, mentira tatuada en los labios de los cobardes.
Palabra que se engendra a sí misma, implodiendo y restituyedose en fragmentos resemantizados por las voces de gamines, chavales, chamos, pivetes y guris. Lengua imposible de domesticar con ortodoxas fórmulas gramaticales, niños que guardan en sus sonrisas y miradas el salvaje espíritu de los Caribes, la intuición cósmica de los Mayas, el secreto estoico de los Moais y la venganza de Zumbi. Generando en cada sentencia una novedad, rica en significados extraídos del ámbito de sus experiencias, de imprevisibles y musicales retóricas, onomatopeyas derivadas de la ley de afinidades selectivas: el gol, el coñazo, la negativa, la bala bang bang. El batuque que lo exima de la miseria legada por la cultura esclavocrata, de la genécia violenta y la ignorancia. O moleque canto do Erê por la protección maternal de Iemaiá, reivindicando la libertad robada por la historia de los sin sentidos, rehenes de la desidia y el abandono; brincando de policía y ladrón en las esquinas de la ciudad, cobrando el impuesto al miedo y al resentimiento, dando ginga al rencor, con la consciencia de ser los dueños absolutos del tiempo.
Su forma exacta es la música, su pulso marcado por la clave se desliza de los versos apasionados de Agustín Lara, Rafael Hernandez y Noel Rosas a los latidos efervescentes del “Hard Hang” Niurriqueño Ray Barreto y la batucada baiana de Olodum, de las crónicas urbanas de Chico Buarque y Rubén Blades al desgarrado acordeón de Astor Piazzola e los dedos nerviosos de Eddie Palmieri, del requiebre de las cinturas en samba o vallenato a la herencia andaluza del Jarabe Tapatio y el Joropo, de la paradoja de la salsa como excelencia de integración cultural de las Américas - mezcla de ritmos y instrumentos afrolatinos, cosidos al fuego de la necesidad de reanimación de los inmigrantes hispanos en New York-, las rancheras mexicanas como personaje principal en las radios andinas de Venezuela al Perú, del pachuco Café Tacuba al tango sintetizado de Fito Páez, as loirinhas “Bom Brill” dos Paralamas do Sucesso e o MangueBeat de Chico Science e sua Nação Zumbi, continuo vuelo de Julio Bocca, Antônio Nobrega, Denisse Stoklos y Carlos Orta. Palabra que en su abstracta identidad musical se bifurca y recompone - Ravel como “Leit Motiv” de una Charanga y un Danzón, a viola Caipira academizada por Villalobos, y el Bossanova, a mas elegante hija del samba, llevando su piano al morro da Mangueira -. Así entre la Rockola y el despecho, la malicia y el morbo, entre un tango, un choro y un bolero, un pagode, una rumba y un guaguanco, la palabra se hace canto y el cuerpo compás, para volver a ser palabra en Nicolás Guillen y Mario de Andrade. Tibiri-tabara, chechecule y a nova língua de Brown.
POST HOC
Fui iniciado en 'El Curso Délfico" lezamiano por la generosidad de Guillermo Abdala, desde entonces estoy tras esa palabra como un místico que procura el nombre olvidado de Dios. la he visto en las piedras de Narvaez, en las meditaciones cromáticas de Paulo Pasta, en la luz escondida por las sombras de Mariano Esquivel, en el reflejo de los espejos de Carlos Fuentes, en la épica de Uslar Pietri, Asturias y Guillermo Morón, en los cuentos de José Balza, Cortazar y Nelson Rodriguez, en las voces de Benny Moré, Hector Lavoe, Ismael Rivera y Ton Zé; en los repentistas, los mariachis, los llaneros, y la infinidad de sonidos e instrumentos americanos.
y por más que parezca que se desvele su secreto, que se descubran sus misterios, su capacidad licantrópica nos asombrará transformándose en un nuevo ritmo, una nueva coreografía, en olores más sensuales y arrebatadores, en inéditas y excitantes texturas, en palabras de etimologías imprecisas que se colaran por nuestros ojos en formas de poesía para maravillarnos nuevamente con su arcana novedad, su eterna promesa de mañana, su resistente belleza.
ERGO PROPTEC HOC
A pesar de saber cuan subjetivas son las listas y cuan pedantes y odiosas las adjetivaciones y todavía lo molesto que puede resultar la lectura de ejercicios anafóricos y metonímicos, y no obstante tema tenga incurrido en la caricatura y el estereotipo, espero haber escapado del cliché de "búsqueda de la identidad Latino americana". Me justifica el gusto barroco por el tropo, el placer impúdico por la observación, pero sobre todo la despretensión de quien escribe desde la lectura.
Torkins Delgado